En lugar de subir, como ocurre con los otros atractivos del Parque Nacional Chirripó, para visitar la Sabana de los leones hay que bajar, desde base Crestones, por un empinado sendero de cuatro kilómetros.
Es poco visitada debido a la dificultad de acceso, pero quienes lo hagan, se van a encontrar con un paisaje impresionante: la vista panorámica de un terreno de 160 hectáreas, de apariencia plana y poca inclinación, rodeado de robledales; acaso una nube que reposa sobre la planicie; y una conmovedora sensación de aislamiento.
En la Sabana no hay leones, como parece desprenderse de su nombre; pero es como si los hubiera. Toma su nombre de la vegetación: los matones de zacate característicos de este sector del Parque, que al secarse se parecen a las melenas despeinadas de los leones.
Aquí, la vegetación de poca altura no obstaculiza el desplazamiento de las personas. Y la fauna se limita a ratones cosecheros pardos y leonados, zorros y zorrillos y algunas especies de lagartijas.